Decía Luís García Berlanga que "para hacer cine hacen falta dos cosas; una cámara y la libertad". El elemento técnico es obvio, pero la plena manifestación del espíritu artístico no llegaría a nuestro país hasta noviembre de 1977. Año en el que se derogó la censura administrativa. Hasta entonces, nuestros creadores intentaban eludirla por medio del lenguaje metafórico, o presentaban su trabajo fuera del país.
La agonía de la Dictadura, la Transición y la etapa de consolidación democrática fueron periodos decisivos para la configuración del actual Cine Español, que reinicia su andadura con el fin de las repulsas inquisitoriales y la apertura del mercado. Un hecho que motiva el estreno de películas que hasta la fecha no habían sido toleradas por el régimen de franquista. Sin ir más lejos, se permite a determinadas salas proyectar cine erótico. Incluso en un mismo día, el 5 de enero de 1978, se estrenan dos títulos míticos clasificados “S”: Enmanuelle (1974) y Enmanuelle 2 (1975) inaugurándose un nuevo circuito comercial en el que tendrán cabida géneros vedados hasta entonces, como el cine erótico y pornográfico, la serie B, el terror o el cine gore. Tipologías marginadas, vinculadas de algún modo a la cultura del cómic y con representantes tan importantes en nuestro país; como Jess Franco (colaborador de Orson Welles, y declaradamente admirado por Tarantino) que se publicita en su momento, fundamentalmente en circuitos underground. Un gran desconocido, con una amplia carrera, que abarca mas de doscientos títulos que van desde lo terrorífico, como Fu Manchu y el beso de la muerte (1969) con Christopher Lee, hasta lo mas lascivo de su etapa “ochentera” con Confesiones intimas de una exhibicionista (1983).
Sin duda, el fervor y la tolerancia de los primeros años de libertad, van a propiciar que diversos realizadores afronten la temática erótica en alguna de sus obras. El cine de esta época se nos presenta ahora, como el testimonio de la efervescencia vital de aquellos años. La sexualidad es plenamente aceptada y con ello las diferentes formas de entenderla. Así Berlanga explorará en Tamaño natural (1977) la relación de amor y fetichismo entre un hombre maduro (Michel Piccoli) y su muñeca hinchable. También Bigas Luna, nos plantea otras imágenes de veneración, con cada film explorará su particular subconsciente, para ofrecernos un fetichismo más conceptual, estético e intimista, que va a desarrollar lo largo de toda su filmografía. En Bilbao (1978) una autentica sorpresa en el festival de Cannes de ese año, nos habla de las obsesiones de Leo, un individuo entregado a sus manías sexuales, que consuma sin ley ni moral. Tampoco parecen personajes precisamente reprimidos los de Pedro Almodóvar, más bien hedonistas, lúdicos y festivos que circularan por las calles de los mas bajos instintos y se muestran “adictos a casi todo”, como sucedía en Laberinto de pasiones (1982). Menos extravagante y con con cierto atractivo, se exhibió el primer Vicente Aranda, que en este periodo todavía dirige algún trabajo elogiable, como Cambio de sexo (1977) con la primera incursión de Victoria Abril en su cine. Eloy de la Iglesia, más mundano, nos habla de Los placeres ocultos (1977) de un alto ejecutivo enamorado de un chico de barrio. Ese mismo año Jaime Chávarri estrena A un dios desconocido, producida por Elías Querejeta y cuyo protagonista (Héctor Alterio) es un homosexual que urde el pasado familiar.
Popular y premiada en San Sebastián, fue la actuación de José Sacristán en Un hombre llamado Flor de Otoño (1978) dirigida por Pedro Olea y escrita en colaboración con Rafael Azcona. Aunque mucho más interesante dentro de la temática del travestismo, es la obra de Ventura Pons, Ocaña, retrato intermitente (1978). Un documental, narrado a través de la historia de José Pérez Ocaña; un pintor naïf, homosexual y travestí. Un andaluz emigrado a Cataluña que fue personaje cotidiano en las Ramblas de Barcelona durante los años ochenta. Un individuo espontáneo, que adoraba el kitsch, el folclore y la religiosidad popular; “un exhibicionista tanto en lo físico, como en lo moral”. Algo que resultó toda una prueba de la brillante eclosión del género en este panorama nacional.Me estoy refiriendo con ello al cine como documento, o si se prefiere, a las locuciones, “Cinema Vérité"o “Free Cinema”, términos utilizados debido al verismo, la inmediatez y la frescura con que opera la cámara. No olvidemos que durante años la exclusiva del “reality” pertenecía al NO-DO, que llegó a editar hasta tres números distintos semanales. El control de la imagen por parte del régimen, impondría muchas barreras a directores como Basilio Martín Patino que retrasó el estreno de Canciones para después de una guerra al año 1976. Ya que el montaje, evocaba la memoria de la posguerra y la dictadura a través de canciones populares y fotogramas reales, que revelaban el sufrimiento de los civiles durante la Guerra Civil. El film formaría con Queridísimos verdugos (1977) y Caudillo (1977) una trilogía comprometida e impactante. Reflejo de unos años, en los que sin duda la vida no era tan dulce como se prodigaba en el noticiario oficial.
Precisamente la cruenta realidad, pero si cabe poética es lo que presenta Jaime Chavarri con El Desencanto (1976), Un descarnado retrato de la decadencia y los enfrentamientos morales de la familia de Leopoldo Panero, poeta del franquismo. El esplendido montaje fílmico fue a cargo de José Salcedo y el trabajo de producción sería una vez mas compartido con Querejeta. En 1994 Ricardo Franco, intentaría reconducir los hechos y mostrar al público los restos del naufragio familiar con Después de tantos años. Poco acertado, en esta ocasión, ya que no supo alcanzar la calidad de la que hizo gala en películas como Pascual Duarte (1976), esta algo lenta y asfixiante pero con una crudeza y un tratamiento de la violencia muy contemporáneo. La misma sensación nos provoca Pilar Miró en El crimen de Cuenca. Un film tremendamente duro y explicito, por el que llegó a ser amenazada con un juicio militar en 1979 dado que mostraba la tortura de los prisioneros por parte de la Guardia Civil. Su estreno también se demoró hasta 1981. Año en el que Imanol Uribe estrena La fuga de Segovia, en un momento, en que el foco de directores vascos se consolida. Existe una política proteccionista por parte de las autoridades vascas y varios creadores orbitan alrededor de la productora de Elías Querejeta. Se popularizarán algunos como Montxo Armendáriz con títulos como Tasio (1984).
A escala nacional, también se produjo el apoyo administrativo por parte del gobierno central pero la apertura del mercado, a la que anteriormente nos referíamos, también supondría el inicio del eterno problema. Nuestro cine, por poner un ejemplo, tendría que enfrentarse a éxitos tan competitivos en taquilla como lo fue E.T, El extraterrestre (1982), por ello el gobierno socialista, inspirándose en el modelo francés, plasmó las medidas de protección en un Real Decreto (12 de enero de 1984). Publicándose lo que se bautizó como “Ley Miró” (inducida por la propia Pilar que se encontraba al frente de la Dirección General de Cinematografía). Este respaldo va a favorecer el reconocimiento y la proyección internacional de obras como Volver a empezar (1982) por la que José Luís Garci recibió el Oscar, el primero para el cine español, y que supuso una encomiable inyección de optimismo y euforia. Víctor Erice con El Sur (1983), Mario Camus con Los santos inocentes (1984) o Fernando Fernán Gómez por El viaje a ninguna parte (1986) son premiados por la crítica nacional o extranjera y cuentan con el plebiscito del público.
En este ambiente llevado a ebullición destaca la escena madrileña, motivada por una serie de circunstancias casuales y talentos originales, que dieron como resultado una especie de “arte total”. Donde todas las disciplinas (la música, el cine, el teatro, el arte, la filosofía, la literatura…) interactuaban en busca de la anhelada modernidad. Se dieron lazos de unión entre los artistas: Iván Zulueta director de cine (Arrebato- 1980), pintor y fotógrafo, diseña carteles para gente como Pedro Almodóvar en Laberinto de Pasiones. Almodóvar que publica artículos en revistas subterráneas como Star, Vibraciones o La Luna , compone con Fany Mcnamara y sus “performance” se convierten en un homenaje al universo domestico pasando por el “glam” y lo “camp”. Por sus películas desfila toda la plana de la movida; Alaska, Santiago Auserón, Carlos Berlanga, Guillermo Pérez Villalta, Costus, Ouka Lele… Además de Carlos Sánchez Pérez “Ceesepe” que a su vez dirigió un corto en 1987 en el que intervenía Susana Hernández, Ouka Lele y Alberto García Alix, titulado Bienaventura “El Bruto” (1987). Fernando Trueba, nos anuncia su afición a la música en Mientras el cuerpo aguante (1982). Un ensayo sobre la vida de Chicho Sánchez Ferlosio, emblema de la canción de protesta y asiduo a las tertulias del filósofo Agustín García Calvo. Por entonces Trueba ya nos había divertido con Opera Prima (1980) dentro de lo que algunos han clasificado como “comedia madrileña”, representada por otros directores como Fernando Colomo, ¿Qué hace una chica como tú en un sitio cómo este? (1978) con una estupenda Carmen Maura.
Pero no todo serían planteamientos humorísticos y livianos, el lado social y marginal lo ofrecía Eloy de la Iglesia, en Navajeros (1980) o Colegas (1982), antecedente en muchos aspectos de la obra de Fernando León de Aranoa.
El cine español se estaba cimentando y ya se intuían buenos cineastas, Julio Medem trabaja el cortometraje (Las seis en punta-1987) , también Juanma Bajo Ulloa , (Akixo- 1988) , Isabel Coixet estrena su primer largo en 1988 ( Demasiado joven para morir viejo) y Agustí Villaronga consigue inquietarnos tremendamente con Tras el cristal (1986).
El cine español, para bien o para mal, se debe en gran medida a estos años. Las reflexiones más criticas creo que pertenecerán a la década de los noventa. Otro capítulo mucho menos interesante, salvo excepciones…
Esther González Couso
Publicado en la revista AZUL ELÉCTRICO - CULTURA SUBTERRÁNEA
WoW...madre mia que carencias tengo...genial el recorrido chica y ya me proporcionas muuuucho material donde escoger. Creo que el daño cultural que sufrio este Estado por culpa de la dictadura es casi irreparable. Pasamos de sacar una generacion de artistas irrepetibles cada 15 años (1989,1914,1927) al mas absoluto desastre artistico.
ResponderEliminarEn los 80 se empezo a pelear en todos los campos para tratar de recuperar el tiempo perdido, el arte empezo a manifestarse de nuevo y al margen de la busqueda de la vanguardia o de la calidad artistica, se hizo una especie de pastiche con todas las influncias del extranjero y las vanguardias que nos perdimos (segunda mitad de siglo) que dio un resultado muy curioso. Valia todo, o casi todo ... y eso a nivel artistico es genial.
"Un adicto a casi todo" ;-)
Bico.
Muy interesante y completo el artículo.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Salu2!
Hola guapa!! pues si que llevo yo una temporadita algo parado, jejejej mucho curro, la pereza y que he roto la monotonia bastante ultimamente, imagino que tu tambien. TOCA actualizar, que tengo que aprender mucho aun ;-)
ResponderEliminarA ver si paso por Leon; tuve un juicio hace 2 semanas alli, pero fue currar toda la noche en el hotel, juicio a primera hora, comida con el cliente y para Galicia again...asi que no pude dejar huella en la noche, jejeje pero todo se andara.
Un besazo chica.
Gracias Jaume! Un placer conocer tu trabajo. En cuanto tenga un rato te comento con más detalle...
ResponderEliminar::::::::::::
Vicent el trabajo acaba con nosotros!
Deberíamos dejar más espacio a la creación. Ayer estuve en una charla con Isabel Coixet y me estimuló mucho. Pienso que si fuésemos un poco más valientes dejaríamos todo para dedicarnos a lo que verdaderamente nos gusta....
Un abrazo y hasta la próxima visita.